Emojis, cuando una cara vende más que las palabras

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¿Quién de nosotros no está acostumbrado hoy en día a comunicarse a través de emojis? Estos pictogramas que comenzaron siendo empleados especialmente por las generaciones más jóvenes en plataformas como las redes sociales para comunicarse con sus seguidores se han convertido hoy en día en un modo de “lenguaje” universal que no entiende de edades ni fronteras en su uso.

Autor: Raquel Frutos, Consultora de Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa en iMADES Communication

Pero, ¿cuál es el origen de estas figuras comunicativas que tan presentes están hoy en nuestras vidas? Sus inicios se remontan al año 1999 cuando el japonés Shigetaka Kurita diseñó un paquete con 176 caracteres de 12×12 píxeles basados en símbolos ya existentes de la cultura nipona por encargo de la empresa telefónica NTT Docomo. Lo que nadie imaginaba por aquel entonces es que poco más de una década más tarde su uso se iba a extender al resto de continentes, causando desde entonces una evolución tal que en la actualidad existen más de 3.500 emojis, categorizados en personas, animales, comidas, deportes, etc.

De hecho, su éxito es tal que el 17 de julio se declaró el Día Mundial del Emoji, una fecha que se lleva celebrando desde 2014.

Las razones de su éxito

Un emoji es un pictograma o icono que se emplea para representar emociones, estados de ánimo, ideas y otros conceptos en la comunicación escrita que tiene lugar a través de cualquier soporte online.

Además de gozar de una gran popularidad entre el público general, cada vez son más las empresas que los incluyen en los mensajes emitidos en sus diversos canales de comunicación porque conocen del poder que tienen para conectar y “atrapar” a la audiencia. De hecho, hoy en día su uso debería incluirse como parte de las estrategias de marketing online de las marcas.

Estas son las principales ventajas que aportan los emojis en la comunicación empresarial:

Aportan información adicional

En la comunicación escrita se pierde una gran cantidad de información respecto a la comunicación oral como es el tono y volumen de voz, los gestos o las pausas, entre otros aspectos. Por tanto, los emojis tienen la capacidad de completar la información, aportando un toque emocional a los mensajes que sirve para conocer cómo se siente el emisor para poder conectar y empatizar más con él.

Evitan malentendidos

Incluir emoticonos referidos a expresiones faciales junto a frases negativas ayuda a suavizar la manera en que estas se perciben, evitando malentendidos y otras reacciones no deseadas en el receptor.

Humanizan a la marca

Los usuarios hoy en día sienten interés por marcas que les emocionen y les muestren su cara más humana, aquellas que les hagan sentirse que les hablan de “tú a tú”. En este sentido, el incluir emojis ofrece una imagen de las empresas de mayor autenticidad y cercanía, por lo que contribuye a una mayor credibilidad y fidelidad hacia las mismas.

De acuerdo con diversos estudios científicos, al ver el dibujo de una cara se activan las mismas zonas del cerebro que si se observa una cara de una persona, es decir el receptor tiene una reacción similar ante un rostro humano y un emoji que lo represente.

Incitan a la interacción

Todos los motivos anteriores, sumado a que los emojis ayudan a que un mensaje destaque en un mundo sobresaturado de información escrita y sea más fácilmente recordable, provoca un incremento del engagement y de la interacción entre los usuarios. Según un informe publicado por Adobe en 2021, un 50% de los usuarios globales señala que es más probable que le den me gusta, comenten o compartan el contenido si el mensaje incluye un emoji.

Errores a evitar en el uso de emojis con fines profesionales

El empleo de emojis en la comunicación empresarial debe formar parte de una estrategia meditada y diseñada a la medida de cada canal que se emplee, por lo que es un proceso que requiere de tiempo y recursos para su correcta ejecución. Usar estas figuras de forma improvisada o sin un objetivo concreto puede conseguir el efecto contrario al que se desea y alejar a la audiencia de la marca.

Así, lo primero que hay que hacer es analizar cada canal de información, a los usuarios de cada uno y el tipo de mensaje para tratar de observar cuáles son los emojis que mejor funcionan en cada caso. En canales informales como el WhatsApp u otras redes sociales el incluir figuras de animales puede ser un reclamo para la audiencia en un post por ejemplo de tipo medioambiental. En cambio, si esto se hace en un email corporativo o newsletter puede resultar inapropiado e infantil. En medios formales, se recomienda emplear solo emojis de expresiones faciales que completen o enfaticen el mensaje.

Lo mismo sucede respecto a la cantidad de emojis a incluir, nunca se debe sobrepasar el promedio de un emoji por email o uno por cada tres párrafos en textos largos. En redes sociales este límite se puede ampliar.

Por último, hay que tener cuidado con la tecnología empleada. Para que el sentido del mensaje no se pierda el código debe ser compartido, esto obliga a estar seguro de que el público objetivo decodifica un emoji de la misma manera que el emisor.