Autor: Raquel Frutos, Consultora de Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa en iMades Communication
El próximo 18 de junio se celebra el Día Internacional para contrarrestar el discurso del odio. Este problema ha existido en todos los tiempos, si bien su amplificación e impacto es mayor desde que se ha extendido el uso de las plataformas tecnológicas, las cuales se han convertido en el canal idóneo para llevar a cabo este tipo de agravios. El motivo que se esconde detrás de ello es el anonimato que ofrecen algunos canales como las redes sociales, las cuales generan una sensación de impunidad para los agresores al sentirse protegidos mediante la utilización de perfiles falsos tras una pantalla y en consecuencia con la libertad de atacar a quienes no son como ellos.
Como resultado de lo anterior, de acuerdo con los últimos datos recogidos en una encuesta por el Ministerio del Interior en junio de 2021, más del 50% de los españoles afirma haber recibido ofensas o amenazas por redes sociales o Internet, hecho que lo sitúa como escenario prioritario donde se producen situaciones de discurso de odio.
Así, debido a su avance imparable a escala global en el mundo António Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), presentó la Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas para la lucha contra el Discurso de Odio el 18 de junio de 2019.
En dicho Plan de Acción se define el discurso del odio como “cualquier tipo de comunicación ya sea oral o escrita, o también comportamiento, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad”. De este modo, el ejercicio del discurso de odio es responsable directo del aumento de fenómenos como la xenofobia, racismo, misoginia, homofobia, antisemitismo e islamofobia, los cuales afectan a colectivos vulnerables.
Recomendaciones para contrarrestar discursos de odio
A día de hoy no existe una definición universal de discurso de odio conforme al derecho internacional en materia de derechos humanos. Además de ello, la dificultad para legislar al respecto es que su práctica a menudo es justificada por los agresores al amparo del ejercicio de otros derechos, como la libertad de opinión y expresión, si bien se debe tener en cuenta que la libertad de expresión finaliza en el momento en el que el odio impulsa a la discriminación, la hostilidad o la violencia. Por tanto, este argumento no debe servir nunca de justificación para permitir una práctica que colisiona con derechos fundamentales tales como la igualdad y la no discriminación.
De este modo, los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad en su conjunto deben aumentar sus esfuerzos para aplicar estrategias para combatirla.
Entre las recomendaciones acerca de cómo actuar ante este tipo de mensajes se encuentran:
- No entrar en el juego
La ignorancia es la respuesta más dura que se le puede ofrecer a un agresor. Si se recibe un mensaje intimidatorio se recomienda no responder, pues ello hace más fuerte a quien lo formula y le incita a continuar realizando comportamientos de estas características.
- Denunciar social y penalmente
Las redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram o Google tienen adoptados unos mecanismos propios que permite a sus usuarios denunciar el contenido ofensivo, así como expulsar de las mismas a aquellas personas que realizan discursos de odio. Por ello no hay que dudar en utilizarlos.
De igual modo se aconseja denunciar estas conductas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, un acto que se puede realizar por vía telemática. Aunque el discurso de odio no esté definido de forma universal a nivel jurídico, se trata de un delito reconocido que puede tener consecuencias legales para quien lo lleva a cabo, incluso si se trata de un menor de edad. En el artículo 510 del Código Penal español el delito de odio se castiga con penas de hasta 4 años de prisión y multas de 6 a 12 meses.
- Archivar pruebas
Cada mensaje de odio que se recibe debe archivarse para que sirva como prueba del acoso en el caso de denunciarlo ante la policía o el juzgado si fuera necesario.
- No ser cómplice
Aunque pueda parecer obvio, cada vez que se da a “me gusta” o se comparte un comentario discriminatorio hacia otras personas se está contribuyendo a hacer crecer la espiral agresora, aumentando a su vez el alcance y el daño hacia la víctima. En este caso hay que recordar que nunca se debe hacer lo que no se quiere que le hagan a uno mismo.
- Fomentar las buenas prácticas
La concienciación y educación desde edades tempranas para acercar estas realidades a los más pequeños con el fin de que sepan reconocer e identificar esta tipología de delito, así como los mecanismos de reacción, es fundamental. En paralelo es clave ser capaces de generar contranarrativas que se construyan desde el respeto, la tolerancia, y la integración.
Así pues, el discurso de odio en las redes sociales es un delito más que, aunque no esté definido de forma universal a nivel jurídico, puede tener consecuencias legales para quien lo realiza aunque sea menor de edad.
En resumen, controlar el discurso del odio a nivel global es fundamental dado que su expansión pone en peligro gravemente el mantenimiento de la paz y el desarrollo al suponer una grave violación de los derechos humanos, especialmente de la igualdad.