Autor: Raquel Frutos, Consultora de Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa
Sin embargo, una responsabilidad que muchas veces se pasa por alto a la hora de trabajar por el empoderamiento necesario de las niñas debería atribuirse a los medios de comunicación. Son un agente socializador y, por tanto, son complementarios a la familia y a la escuela y tienen una labor educadora vital. De ellos proviene, en gran medida, el autoconcepto que las niñas se forjan acerca de sí mismas y de su papel en la sociedad.
Crecimiento de las niñas en un entorno mediático
Como consecuencia de la evolución digital, los niños crecen rodeados de fuentes emisoras de comunicación, ya sean estas tradicionales como la televisión hasta otras digitales como son Internet y las redes sociales. Desde pequeños tienen un acceso directo y sencillo a todo este universo informativo, puesto que se trata de nativos y nativas digitales y de unas generaciones posteriores que han convivido con una realidad que en nada se parece a la de sus padres y abuelos.
De este modo, hoy los niños pasan de media 4 horas conectados a Internet más al año que en el colegio, según el estudio de Enrique Dans “Jóvenes y redes sociales. Más complejo de lo que parece”. No en vano, todos los contenidos que deseen consumir los tienen a golpe de “clic” en su ordenador, móvil o tablet, con los peligros que ello conlleva por la influencia que ejercen en el desarrollo de su identidad y en el entendimiento del rol que como mujer deben desempeñar en el mundo.
Así, la exposición a los contenidos generados por corporaciones mediáticas, creadores de contenido y publicistas se multiplica desde los 12 años, edad media de acceso a los dispositivos móviles. Es en esta etapa de adolescencia cuando las niñas más susceptibles son de dejarse influenciar por aquello que circula por plataformas como las redes sociales y especialmente por el contenido que difunden personas como los influencers, cuyos mensajes tienen una capacidad de difusión, reacción y viralización prácticamente infinita.
Por ello, la imagen que proyectan los medios de las mujeres, así como la ausencia de referentes, son agentes responsables del desequilibrio en el autoconcepto y autoconfianza que se forjan las niñas frente a los niños de su misma edad. En este sentido, diferentes estudios sugieren que las más pequeñas comienzan a sentirse menos inteligentes que los niños a partir de los 6 años, recayendo la razón de ello en la socialización de género que reciben desde muy temprana edad.
Como conclusión de todo ello, la regulación de contenidos en las redes sociales, así como el cumplimiento de la legislación vigente en cuestiones como la publicidad sexista, deberían ser líneas prioritarias de trabajo en el sector de la comunicación.
Las niñas suponen la mitad de la población mundial y hay que ser conscientes del nivel de responsabilidad que tienen los medios de comunicación a la hora de construir su identidad para que puedan crecer en un entorno igualitario real.