Autor: Raquel Frutos, Consultora de Relaciones Públicas y Comunicación Corporativa en iMades Communication
Fitur, la feria internacional del turismo y el mayor evento del sector del mundo, se celebró la semana pasada en Madrid con el firme objetivo de consolidar los números conseguidos en años anteriores a la pandemia. Con la presencia de 152 países y más de 800 expositores en un año, más allá de las cifras cosechadas han llamado la atención dos acciones controvertidas por parte de la organización de la feria que conviene examinar desde el punto de vista comunicacional.
Promoción de Ecuador, un país sumido en una ola de violencia
Ecuador fue el país invitado en la pasada edición de Fitur, una decisión que llama la atención dada la escalada de la ola de violencia desatada por las bandas y el crimen organizado en las últimas semanas en el país.
Como consecuencia de la inseguridad e inestabilidad que se vive en el estado latinoamericano, el volumen de turistas ha descendido de forma drástica en las últimas semanas, pero también en los últimos años. En concreto, Ecuador recibió 2 millones de visitantes en 2019 frente a los 1,4 millones que viajaron allí en 2023. En este periodo las muertes violentas se cuadriplicaron y han alcanzado cifras de récord.
Este escenario contrasta con la imagen de “destino seguro” y el mensaje de confianza y tranquilidad que se ha tratado de promocionar por parte del país en la cita del sector turístico. Una decisión por parte de Fitur, la de mantener a Ecuador como país invitado, que es arriesgada desde el punto de vista comunicacional, dado que puede empañar seriamente la imagen de la organización de una feria que debería haber previsto y haberse anticipado a las posibilidades de intensificación de un conflicto que el país ya arrastra desde hace años. En esta tesitura, y siempre hablando en términos comunicacionales, para no poner en riesgo la percepción de la organización quizá hubiera sido más aconsejable apostar por otro país invitado que no estuviera en tela de juicio por acontecimientos que van en contra del turismo.
Israel y Turquía, dos “enemigos” próximos
Desde que estallara el conflicto entre Israel y Palestina, Turquía no ha ocultado su apoyo a la causa palestina. De hecho, su presidente, Erdogan, se ha atribuido en más de una ocasión la misión de salvar a la población palestina de la opresión de Israel y ha denunciado los crímenes de guerra contra civiles en la franja de Gaza.
Sin embargo, ha sorprendido este año que en Fitur los stands de ambos países -Israel y Turquía- aparecían situados próximos entre sí. En años anteriores, tanto Israel como Palestina se incluían en el pabellón de Oriente Próximo, pero en la pasada edición a Israel se le dejó fuera de dicho espacio. Al respecto habría que confirmar si se trata de una decisión propia de Israel o de parte de los organizadores, pues si bien puede parecer “a priori” un planteamiento lógico separar a los dos países enemistados en el conflicto de la franja de Gaza, tampoco parece coherente la decisión de situar próximos entre sí a Israel y Turquía.
Por otra parte, ahondando más allá en el análisis, Israel ha aprovechado la ocasión para publicitar toda la Palestina histórica como parte de su territorio, incluyendo los Altos del Golán sirio. Pese a dicha estrategia comunicacional se ha criticado que desde Fitur se le haya concedido un stand.
Por otra parte, el conflicto armado se ha cobrado la vida de cerca de 25.700 gazatíes, entre los que se incluyen más de 10.000 niños, una dramática situación que contrasta con los eslóganes empleados por los países en disputa en la feria del turismo para promocionar la afluencia de visitantes a dichos territorios.
Por todo ello, el impacto de las acciones que se llevan a cabo en una feria de semejante envergadura puede ser incontrolable y es misión de las personas que organizan cualquier evento identificar riesgos potenciales que puedan aparecer durante el proceso de preparación del mismo, con el fin de establecer planes de acción que eviten posibles crisis futuras. Así, una buena planificación es esencial para no asumir riesgos innecesarios que pueden llegar a dañar la imagen y reputación de la organización, así como la confianza entre sus grupos de interés.